ADÁN AUGUSTO: EL COORDINADOR INCÓMODO DE MORENA EN EL SENADO

EL BOCÓN

Por mucho que el expresidente López Obrador haya querido dejar herederos políticos en cada rincón de su movimiento, hay piezas que simplemente ya no encajan.

Uno de los casos más evidentes es el de Adán Augusto López Hernández, hoy coordinador de los senadores de Morena, y cada vez más una carga pesada para el oficialismo en la Cámara Alta.

Su nombre ha pasado de ser uno de los más cercanos a Andrés Manuel, a convertirse en sinónimo de sospechas, encubrimientos y crisis política.

El más reciente escándalo que lo pone en la cuerda floja tiene nombre y apellido: Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, su tierra natal.

Bermúdez, hoy prófugo de la justicia es buscado por la Interpol, ha sido señalado, nada menos, como presunto líder del grupo criminal La Barredora, que opera en el sureste del país.

Y mientras los señalamientos crecen, el silencio de Adán Augusto es estruendoso.

Más que prudencia política, lo que hay parece ser encubrimiento, protección y complicidad.

Adán Augusto fue gobernador de Tabasco cuando Bermúdez fue nombrado en el cargo porque los une la amistad añeja.

Desde entonces, los vínculos entre ambos han sido evidentes.

A pesar de los múltiples señalamientos por corrupción, desapariciones forzadas, extorsión y nexos con el crimen organizado, nunca se le tocó ni con el pétalo de una investigación a Bermúdez Requena.

Ahora que las acusaciones crecen, el senador se atrinchera en su fuero y en el poder que aún conserva al interior de Morena.

Pero el fuego ya llegó a otras trincheras.

El PRI bajo el mando de su líder Alejandro Moreno, presentó una denuncia formal ante la Fiscalía General de la República (FGR), acusando a Adán Augusto de ser narcopolítico y exigiendo que sea retirado del Senado.

Esto no es poca cosa.

El coordinador morenista ya no solo enfrenta una crisis de legitimidad, sino un proceso legal que podría derribarlo del cargo más alto que conserva tras su fallido intento por suceder a López Obrador en la Presidencia.

La pregunta ahora no es si caerá, sino cuándo, muchos piensan que por lo pronto dejará la coordinación de los senadores de Morena.

Varios legisladores de los guindas reconocen en privado que la permanencia de Adán Augusto es insostenible, y que su presencia contamina la bancada pero no lo dicen abiertamente.

La supuesta lucha contra la corrupción, el crimen organizado y el narcoestado se vuelve una burla con un personaje así liderando a los senadores del partido en el poder.

Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha insistido en que “el poder es humildad, no soberbia”.

¿Será capaz de aplicar esa frase en su propia casa política?

¿O seguirá permitiendo que las viejas estructuras de encubrimiento y pactos de silencio se mantengan bajo el nuevo régimen?

Si la Cuarta Transformación no actúa con contundencia, el costo político y social de cargar con un coordinador señalado como protector de criminales será alto, no solo para Morena, sino para todo el proyecto de gobierno.

Adán Augusto llegó al Senado con aires de grandeza.

Hoy se tambalea entre el descrédito, la sospecha y el desprecio social.

Si Morena quiere demostrar que es diferente, tiene en su propio coordinador la primera gran prueba.