“Alito” amenaza a Harfuch
La amenaza del exgobernador priista, quedó grabada. Protocolo de seguridad activado por número vinculado a investigación activa
REDACCIÓN
Sonó el teléfono personal del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. Ese que solo cinco personas en el mundo tienen el número. A las 23:47 de un viernes cualquiera, la pantalla mostró un contacto que Omar García Harfuch reconoció al instante: Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, presidente nacional del PRI.
Tres timbres. Harfuch dejó que sonaran. Sabía perfectamente por qué llamaba.
Cabe destacar que, 48 horas antes, su unidad de inteligencia financiera había ejecutado la Operación Cascada: Cateos simultáneos en la Ciudad de México, Campeche y Nuevo León.
El botín: 470 millones de pesos lavados a través de empresas fantasma. Y en el fondo de la madeja, oculto tras cinco capas de prestanombres y offshore, aparecía un nombre que nadie se atrevía a tocar: Alejandro Moreno Cárdenas.
No era prueba suficiente para esposarlo… todavía. Pero sí para empezar a hacer preguntas que queman.
LA VOZ DE “ALITO”
Cuando Harfuch finalmente contestó, la voz de “Alito” era esa calma helada que solo tienen los que están a punto de perderlo todo.
“Omar… necesitamos hablar de este malentendido.”
“No hay malentendido, presidente. Hay una investigación”, contestó Omar García Harfuch.
A lo que de inmediato respondió el exgobernador campechano: “Las investigaciones pueden… desviarse. Sería una lástima que algo le pase a tu familia en Estados Unidos. O a tu carrera.”
La amenaza fue tan directa que hasta dolió de tan burda. Y entonces vino la respuesta de García Harfuch:
“Escúcheme bien, señor Moreno. Esa investigación va a seguir hasta el final. Y si el final dice que usted lavó dinero del Cártel del Golfo, usted va a ir a la cárcel como cualquier otro delincuente. No me importa si es líder nacional, diputado con fuero o el mismísimo rey de Campeche. La ley es la ley. Y hoy, la ley ya no se arrodilla”.
De inmediato, “Alito” perdió los estribos. Gritó, insultó, prometió destruirle la vida.
Harfuch colgó.
Lo que “Alito” no sabía es que toda la conversación quedó grabada. Legalmente. Automáticamente. Protocolo de seguridad activado por número vinculado a investigación activa.
GRABACIÓN NO SE “EXTRAVIÓ”.
Esa grabación no se declaró “inadmisible”. La grabación llegó, completa y sin editar, a la mesa de la presidenta Claudia Sheinbaum la mañana siguiente. Y desde ese momento, “Alito” dejó de ser intocable.
Porque en México ya no basta con tener fuero, dinero y amenaza. Ahora hay funcionarios que no se arrodillan.
Hay teléfonos que graban. Y hay un secretario de Seguridad que, cuando le tocaron a la familia, decidió que ya era suficiente.
