14 de septiembre de 2025

Precariedad detrás de las máscaras de luchadores

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▪️Carecen de cobertura para enfermedades crónico-degenerativas, seguridad social, pensión, jubilación, derecho a vivienda o servicios funerarios

MARCOS H. VALERIO/EL BOCÓN

La lucha libre mexicana, un pilar de la identidad y cultura nacional que roza los cien años de existencia, es un espectáculo vibrante que oculta una realidad sombría: los más de dos mil 500 luchadores que dan vida a este arte enfrentan condiciones laborales precarias, desprotección legal y falta de acceso a servicios médicos adecuados, así lo denunció la diputada federal Celia Fonseca, quien impulsa una iniciativa para reformar la Ley Federal del Trabajo en favor de estos deportistas de alto riesgo.

ESPECTÁCULO DE RIESGO SIN CUERDAS DE SEGURIDAD
Detrás de las máscaras coloridas y los aplausos del público, los luchadores enfrentan una realidad de vulnerabilidad.

Aunque algunos cuentan con un seguro de gastos médicos para lesiones sufridas en el ring cuando están contratados por empresas establecidas, carecen de cobertura para enfermedades crónico-degenerativas, seguridad social (IMSS), pensión, jubilación, derecho a vivienda o servicios funerarios.

Prestaciones básicas como vacaciones, aguinaldo, días de descanso o indemnización por accidentes son prácticamente inexistentes. Esta falta de derechos laborales fundamentales expone a los luchadores a una precariedad que contrasta con su papel como guardianes de una tradición cultural.

INGRESOS INCIERTOS Y DESIGUALES
Los ingresos de los luchadores reflejan esta inestabilidad. Aquellos con contratos en empresas establecidas ganan entre tres mil y 40 mil pesos mensuales, mientras que los independientes perciben desde 300 hasta 10 mil pesos por evento, dependiendo de su fama y demanda.

Sin embargo, incluso con contrato, el pago a menudo está condicionado a la realización de una lucha, lo que deja a muchos sin ingresos estables. Esta situación agrava la precariedad de un oficio que implica arriesgar la vida en cada función.

INICIATIVA PARA CAMBIAR EL PANORAMA
La propuesta de Celia Fonseca busca revertir estas condiciones mediante reformas legales que garanticen contratos por escrito, obligatorios para todos los deportistas de alto riesgo, especificando condiciones claras; un sobresueldo por riesgo, con un salario base más un 30 por ciento adicional proporcional al peligro inherente a la actividad; y protocolos de seguridad y atención médica, con reglamentos internos que incluyan medidas de prevención, atención inmediata y programas post-lesión.

Actualmente, esta iniciativa está en análisis en comisiones del Congreso, un paso crucial para dignificar la labor de los luchadores, especialmente en el marco del Día Nacional de la Lucha Libre, conmemorado cada 21 de septiembre desde 2019.

TESTIMONIO DE VIDA: LA LUCHA MÁS ALLÁ DEL RING
La vida de un luchador es un reflejo de sacrificio y pasión. Cada salto desde las cuerdas, cada golpe recibido, es un acto de entrega por mantener viva una tradición que une a generaciones.

Sin embargo, el costo físico y emocional es alto. Lesiones graves, secuelas de por vida y la incertidumbre económica son compañeros constantes. Un luchador independiente, por ejemplo, podría entrenar durante semanas para una sola función que le reporte 500 pesos, sin garantía de otra oportunidad pronto. Incluso los luchadores contratados enfrentan la presión de mantenerse en el reflector, sabiendo que una lesión puede significar el fin de su carrera y su sustento.

LLAMADO A LA ACCIÓN
La lucha libre no es solo un deporte; es un símbolo de la cultura mexicana, un espectáculo que trasciende fronteras. Sin embargo, quienes lo sostienen merecen más que aplausos.

La iniciativa de Fonseca es un primer paso hacia la justicia laboral para estos atletas, pero su éxito dependerá del compromiso de legisladores, empresas y sociedad para reconocer su valor. En el centenario de la Lucha Libre, el mejor homenaje sería garantizar que sus protagonistas puedan vivir con dignidad, dentro y fuera del cuadrilátero.

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