14 de septiembre de 2025

EL PRI DE HIDALGO, REHÉN DE CAROLINA VIGGIANO

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El BOCÓN

En Hidalgo, el Partido Revolucionario Institucional parece haber reducido su militancia y su historia a una sola figura: Carolina Viggiano Austria.

La senadora con licencia, derrotada en 2022 por Julio Menchaca, ya empieza a mover sus fichas para buscar nuevamente la posible candidatura al gobierno estatal.

Y aunque falta tiempo (es hasta el 2028), su aspiración no es ilegal ni inédita, sí representa un síntoma claro del estancamiento, la cerrazón y el secuestro institucional que sufre el PRI en la entidad.

Originaria de Tepehuacán de Guerrero y casada con el influyente coahuilense Rubén Moreira, coordinador de los diputados federales del PRI, Carolina Viggiano no sólo ha construido un perfil político a la sombra del poder nacional, sino que ha convertido al priismo hidalguense en un territorio prácticamente de su propiedad.

Desde la dirigencia nacional, donde funge como secretaria general al lado del líder Alejandro “Alito” Moreno, hasta el Congreso local, donde su aliado Marco Antonio Mendoza Bustamante impone decisiones sin contrapesos, Viggiano ha tejido una red que favorece su permanencia y ambiciones, aun a costa de la unidad del partido.

Esa lógica de exclusión ha generado una crisis interna profunda.

Figuras de enorme peso histórico como los exgobernadores Jesús Murillo, Manuel Ángel Núñez Soto, Miguel Osorio Chong, Francisco Olvera y el actual embajador en Noruega Omar Fayad, así como los hermanos José Antonio y Jorge Rojo García de Alba, o Nuvia Mayorga, se han visto desplazados, marginados, o de plano orillados a romper con el partido.

No se trata de simples diferencias ideológicas, sino de una toma absoluta de decisiones por parte de una élite que no tolera disidencias ni voces con experiencia.

Carolina Viggiano, quien llamó hace poco «nalgas prontas» y acusó a algunos priistas que «las daban sin que se las pidieran», podrá presentarse como la única mujer priista con aspiraciones reales en Hidalgo, y eso es, sin duda, relevante en un sistema político que ha sido históricamente misógino.

Pero su presencia también ha sido la principal barrera para que el PRI renueve liderazgos y recupere credibilidad ante una ciudadanía que exige menos simulación y más apertura.

Su control del partido no ha fortalecido al priismo: lo ha encogido.

La historia reciente no la favorece.

En 2022, no sólo perdió la gubernatura, también fracturó la alianza opositora con el PAN y PRD a nivel estatal y profundizó el desgaste del PRI frente a un Morena en ascenso.

Hoy, su regreso al escenario de la candidatura no representa una propuesta distinta, sino el intento de volver a imponer una fórmula que ya fue rechazada por el electorado.

Que Carolina Viggiano quiera ser candidata no sorprende.

Lo preocupante es que su única competencia real parece ser ella misma.

En un PRI donde ya no caben ni los exgobernadores, donde las decisiones no pasan por la base militante sino por acuerdos familiares y lealtades a “Alito”, lo que se juega no es una candidatura, sino la viabilidad futura del partido.

Si el PRI en Hidalgo insiste en cerrar filas sólo alrededor de una figura que ya fue vencida en las urnas, lo único que estará logrando es acelerar su propia desaparición.

Y en ese escenario, Carolina Viggiano podría quedarse, sí, con el control absoluto del partido… pero de un PRI cada vez más vacío, más dividido y más irrelevante en Hidalgo.

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