7 de noviembre de 2025

10.3 millones de mexicanas,víctimas de ciberacoso

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▪️Cifra que evidencia la urgencia de crear instrumentos para prevenir, enfrentar y apoyar a quienes sufren esta forma de agresión

MARCOS H. VALERIO/EL BOCÓN

El vertiginoso avance tecnológico ha transformado la vida de las mujeres en México, ofreciendo herramientas para aprender, trabajar, comunicarse y protestar. Sin embargo, este mismo progreso ha abierto una puerta a la violencia machista, sexista y misógina que permea el país, ahora extendida al ámbito digital.

Según el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2023 del INEGI, 10.3 millones de mexicanas mayores de 12 años han sido víctimas de acoso en línea, una cifra que evidencia la urgencia de crear instrumentos para prevenir, enfrentar y apoyar a quienes sufren esta forma de agresión. En este contexto, la colectiva ciber y transfeminista Luchadoras ha emergido como un referente clave en la lucha por una internet más segura y equitativa.

“Nuestro objetivo es ser un espacio amigable, de cuidado, gozo, juego y aprendizaje donde se pueda cuestionar, pensar y construir una internet feminista y disidente para habitar esos lugares de manera digna, libre y sin miedo”, comparte Ixchel García, responsable de investigación en Luchadoras.

Este colectivo, que nació en 2012 de la mano de Lulú, Anaís, Eve y Perla con un programa televisivo en la web sobre noticias de mujeres, ha evolucionado hacia una misión más amplia.

Hoy se define como una colectiva que habita lo digital y lo físico, organizando talleres, campañas, generando contranarrativas e incidiendo en las plataformas tecnológicas a través de sus programas de mediactivismo e internet feminista.

La violencia digital, también conocida como “en línea” o “cibernética”, es un término reciente que busca nombrar las prácticas que replican en el entorno virtual las dinámicas de opresión estructural y física contra las mujeres. Luz María Garay Cruz, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la Universidad Pedagógica Nacional, explica que estas agresiones van más allá de una simple definición: “Son acciones que afectan a las mujeres y las llevan a un espacio de humillación, sumisión y vergüenza solo por su condición de género”.

Lo que distingue a esta violencia es su capacidad de reproducción y viralidad, con un impacto directo en el cuerpo. “Quienes la han padecido relatan náuseas, dolores de cabeza, ansiedad, depresión; algunas incluso cambiaron de casa o turno escolar, y en casos extremos, especialmente entre jóvenes, atentaron contra su vida”, detalla la académica.

En 2017, Luchadoras, junto a SocialTIC y la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones, elaboró una tipología para identificar y nombrar la violencia digital tras un taller con periodistas y activistas. Esta clasificación incluye 13 categorías: desde acceso no autorizado, monitoreo y rastreo, hasta amenazas, extorsión, difusión de información íntima sin consentimiento y abuso sexual relacionado con la tecnología.

Los datos del MOCIBA 2023 muestran que, de los 18.4 millones de personas usuarias de internet mayores de 12 años que sufrieron ciberacoso en México, 10.3 millones fueron mujeres, con una alta prevalencia entre los grupos de 12 a 19 y de 20 a 29 años. Comparadas con los hombres, las mujeres enfrentan con mayor frecuencia situaciones como insinuaciones sexuales, rastreo de cuentas, publicación de contenido íntimo y amenazas de extorsión.

“Cualquiera puede sufrir suplantación de identidad, pero los datos muestran una violencia marcadamente machista, misógina y sexual contra nosotras”, apunta Garay. Un ejemplo particularmente alarmante es el grooming, una práctica en la que adultos se hacen pasar por jóvenes en redes sociales para manipular a niñas y adolescentes, obtener imágenes íntimas y extorsionarlas.

Esta conducta, favorecida por el anonimato en línea, puede escalar a delitos como la desaparición. La académica cita el libro La fosa de agua de Lydiette Carrión, donde se documentan casos de menores enganchadas en supuestas relaciones que terminan en encuentros físicos con consecuencias devastadoras. “Entre los 12 y 16 años, no siempre hay información sobre seguridad digital o autocuidado, y cuando se sufre, no se denuncia por pena, miedo o culpa”, lamenta Garay.

Frente a esta realidad, Luchadoras lanzó en 2020 la Línea de Apoyo (LA) contra la violencia digital, una iniciativa que ofrece acompañamiento transfeminista integral desde lo técnico, psicoemocional y legal. “Se pensó como una amiga que te escucha; es una labor demandante porque requiere presencia humana, no automatizada”, explica Ixchel.

A partir de esta experiencia, han publicado informes como Frente al amor tóxico virtual: Un año de la Línea de Apoyo (2021), donde identificaron que las principales agresiones están vinculadas a amenazas y difusión de contenido íntimo sin consentimiento, con exparejas como los agresores más frecuentes.

En su informe de 2024, señalan un aumento de ataques organizados para desprestigiar a mujeres y disidencias, además de desinformación y discursos de odio potenciados por la inteligencia artificial.

Garay, quien investiga la violencia digital en universitarias, destaca un obstáculo recurrente: la incredulidad. “Muchas jóvenes reportan que, al contar sus experiencias, nadie les cree; les dicen que ‘no es real’ porque pasó en internet. Esto muestra que aún falta problematizar y comprender el tema”, asegura. Sin embargo, celebra el trabajo de colectivas como Luchadoras, SocialTIC y Cultivando Género, que llenan vacíos que las instituciones gubernamentales y universitarias no alcanzan a cubrir.

Para Ixchel, la clave está en reapropiarse de los espacios digitales. “La información y la comunicación son derechos humanos; necesitamos habilidades digitales en tres niveles: instrumental, para usar la tecnología; cognitiva-crítica, para identificar sesgos y violencia; y comunicativa, para producir contenidos propios”, coincide Garay.

Luchadoras también promueve el autocuidado con consejos prácticos: contraseñas seguras, rechazo selectivo de cookies, uso de plataformas cifradas y perfiles privados. Incluso han explorado el placer en lo digital con talleres de sexting seguro, enseñando a establecer acuerdos y proteger la privacidad.

La lucha contra la violencia digital en México es un desafío multifacético que requiere prevención, atención y educación. Mientras el país avanza tecnológicamente, iniciativas como las de Luchadoras muestran que es posible construir una internet feminista, donde las mujeres no solo sobrevivan, sino que prosperen libres y sin miedo.

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