14 de septiembre de 2025
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Legisladores y activistas denuncian un “campo de internamiento” en los Everglades de Florida, rodeado de pantanos y peligros naturales.

MARCOS H. VALERIO/EL BOCÓN

En un remoto aeropuerto abandonado en los Everglades, al oeste de Miami, se alza el nuevo centro de detención migratoria conocido como Alligator Alcatraz, donde 750 personas viven hacinadas en jaulas bajo condiciones que legisladores, activistas y líderes religiosos han calificado de “deplorables” e “inhumanas”.

Este lugar, descrito como un costoso truco político de la administración de Donald Trump, ha desatado una ola de indignación y protestas en Florida.

Elvira Arellano, reconocida activista migrante, expresó su preocupación por la situación, destacando que, aunque su labor se centra principalmente en Chicago, el caso de Alligator Alcatraz es alarmante, especialmente para la comunidad mexicana y latina.

“Es imposible que no trasladen mexicanos a ese centro, pues son los que más sufren detenciones. El Gobierno de México ha prometido notas diplomáticas, pero no hay transparencia sobre el número de detenidos ni los tratos que reciben”, afirmó Arellano.

El centro, inaugurado hace pocas semanas en el antiguo aeropuerto Dade-Collier, fue visitado por legisladores federales y estatales de Florida, quienes denunciaron las condiciones extremas.

El senador estatal Carlos Guillermo Smith relató: “Acabo de salir del campo de detención. Sí, hay 750 humanos en jaulas. No nos permitieron hablar con ellos ni recorrer las áreas ocupadas. Es lamentable que haya personas sin antecedentes criminales encerradas, según los propios expedientes”.

La ubicación del sitio, rodeado de pantanos infestados de caimanes, serpientes y panteras, agrava la situación. Las estructuras temporales, principalmente carpas, no ofrecen protección adecuada contra el calor sofocante de Florida ni las tormentas eléctricas del verano.

Además, la lejanía de centros médicos y la precariedad de las instalaciones han generado críticas contundentes.

La Arquidiócesis de Miami y la Diócesis de Venice también han alzado la voz. El arzobispo Thomas Wenski, líder de 1.3 millones de católicos, describió el centro como “un lugar que parece más un centro de detención del mal que una prisión”. Wenski llamó a la comunidad mundial a abogar por los detenidos, recordando que “son padres, madres, hermanos y hermanas”.

Por su parte, el obispo Frank J. Dewane señaló que, aunque apoya la expulsión de criminales peligrosos, esta debe realizarse de manera “humana y proporcional”.

Activistas como Alma Estela Gasca, mexicana radicada en Florida desde hace 30 años, han intensificado las protestas frente a Alligator Alcatraz. “No nos vamos a ir de aquí. Los gobiernos dicen una cosa, pero nosotros vemos otra”, afirmó Gasca.

Según los reportes, las celdas están abarrotadas, con condiciones insalubres, insectos y comida en mal estado. “La enfermería está llena de saltamontes, y a veces la comida llega con gusanos. Esto no es sano ni para los trabajadores”, denunció.

Las críticas también apuntan al presidente Trump, quien, durante una visita al centro, hizo comentarios que los activistas consideran crueles. Al referirse a los caimanes que rodean el lugar como “policías naturales”, Trump pareció justificar las condiciones extremas, lo que ha avivado el rechazo de la comunidad migrante.

Congresistas demócratas, tras recorrer el lugar, lo calificaron como un “campo de internamiento” y un acto político costoso. Mientras tanto, los activistas prometen mantener la presión hasta que se garantice un trato digno para los detenidos en Alligator Alcatraz, un símbolo de las políticas migratorias más duras de la actual administración.

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